La jornada de Haro comenzó con despiste: algunos voluntarios equivocaron el punto de encuentro y se desplazaron a otra depuradora (la de las bodegas), pero enseguida se aclaró el entuerto y estuvimos todos reunidos, equipados y dispuestos.
El soto del Ebro aguas abajo de la depuradora municipal estaba francamente sucio. Las crecidas en este punto han depositado una cantidad considerable de todo tipo de residuos, algunos como siempre bastante sorprendentes: ¿Un contenedor metálico aplastado? ¿Una lona de goma gigantesca que necesita de cinco o seis personas para trasladarla? En nuestras jornadas de limpieza todo es posible…
Esta vez, tuvimos voluntarios de todas las edades -desde los 5 hasta los 65- y como curiosidad participó una familia completa y varios integrantes del nuevo equipo de gobierno del propio Ayuntamiento de Haro, que participaron a nivel individual.
Una de las mayores dificultades fue la extracción de los residuos recogidos desde el soto hasta el punto más cercano de acceso de nuestros vehículos de apoyo, pero el trabajo en equipo hizo todo mucho más llevadero.
Como siempre, la jornada acabó con una estupenda comida en la “Fuente del Moro” donde nos despedimos hasta la próxima.