Nuestros voluntarios desafiaron las previsiones meteorológicas que no eran las mejores, así como el soto mojado por las tormentas caídas durante la noche. Olvidamos rápido nuestros temores concentrándonos en recoger los residuos y trabajando en equipo. Utilizamos diferentes herramientas para trocear algunas chapas. A primera vista el soto puede parecer limpio pero hay voluminosos enterrados que, por supuesto, no quisimos dejar ahí.
Al final el día no se torció y el sol nos acompañó permanentemente, recogiendo una gran cantidad de chatarra y numerosas bolsas que terminaron en los contenedores adecuados para su reciclaje.